Esquema clásico de un monasterio cisterciense
La rigidez de la normativa en la configuración de los planos
de los monasterios facilitó la unidad de estos. La fundación debía elegir su
ubicación en un lugar apartado de la civilización, con el fin de que nadie entorpeciera
la práctica del oficio divino por parte de los monjes e incluso los laicos
permanecían muy alejados de la actividad monástica por lo que se evitaba toda
proximidad con los núcleos habitados y con las vías de comunicación.
Se tenía muy en cuenta la posibilidad de captar agua para
los servicios básicos de comida y limpieza. La iglesia era el eje rector de
toda la proyección y a partir de ella se disponía el claustro que podía variar
al norte o al sur del templo según la traída de agua. La construcción completa
del claustro era lenta y larga con una forma cuadrangular con cuatro pandas o
galerías: de la sala capitular, del refectorio, de conversos y mandatum (la más
próxima a la iglesia). La panda capitular era la primera en iniciarse con la
construcción de la sala capitular, la escalera de acceso al dormitorio de los
monjes situado sobre esta. Después se construía, por lo general, la panda del
refectorio: calefactorio, refectorio, cocina y finalmente se cerraba el
claustro con la panda de conversos con comedor y dormitorio (planta superior)
para estos. La panda del mandatum, adyacente a la iglesia tan solo disponía de
unos bancos corridos para la lectura.