El edificio para la sede de Nunotani en Tokio (Nunotani Building) fue diseñada por el arquitecto estadounidense de origen judío Peter Eisenman en 1991. Las superficies del edificio, en cierto modo "deconstruidas", cambian y se desploman como expresión literal de la inestabilidad tectónica. A diferencia de la torre de Pisa, el efecto es una composición totalmente artificial y la estructura es bastante estable, como se podría esperar.
Parece existir un deseo de captar el drama de la inestabilidad, como si habitando el edificio fuera un recordatorio de las condiciones sísmicas precarias que uno se enfrenta al vivir en Japón. Las paredes cortina se muestran a la deriva por debajo de las placas de piso. El acristalamiento se desplaza por debajo del plano de tierra y aunque la fachada trasera es opaca, las "superficies" pintadas en tonos de rosa parecen haberse colocado unos sobre otras tortuosamente. Para jugar con la tectónica, Eisenman acelera el tiempo en cierto sentido, exagerando lo que debe suceder lentamente, para mantener una estabilidad adecuada.
