El pliegue. Leibniz y el barroco

El punto de reflexión para Leibniz en su texto es el pliegue, un elemento constate en todos los períodos artísticos pero que alcanza su máxima expresión con el Barroco. A partir de una analogía con el interior de una capilla barroca donde las aberturas son casi imperceptibles donde el alma no tiene ni puertas ni ventanas y que obtiene sus percepciones de un sobrio fondo.

Dentro de la filosofía francesa tenemos a Gilles Deleuze quíen hace una interpretación de la obra de Leibniz dandole un carácter barroco y ve al filosofo alemán como una figura esencial del Barroco cuyas obras se encuentran repletas de pliegues, curvaturas que expondrá en su obra "El Pliegue". El argumento en que se basa Deleuze es la observación de las obras del período Barroco y como están caracterizadas por un elemento capital que se repite: la curvatura y el pliegue y ve al propio Leibniz como origen e impulsor de todo esto. Deleuze divide el mundo barroco en dos pisos: uno material, corporal y perecedero en el que abitamos todos y el otro espirital y eterno, donde Dios dirige su obra. Estos dos pisos son conectados por el pliegue, y por tanto no existe una separación entre el mundo de Dios y de los mortales, sino que es el mismo mundo replegado. El centro de la vida que se caracterizaba el Renacimiento deja de ser centro y pasa a ser vértice.