La centralidad espacial viene reflejada o se hace más bien constar a través de características tales como una acumulación de actividad, servicios, conectividad, atracción de flujos, disfrute de una situación privilegiada,....esto es, unas cualidades objetivas que se contraponen con aquellas subjetivas o que se determinan a través de las experiencias urbanas que se enfrentan a las primeras. La visión poética de los espacios puede ser la referencia para posibles intervenciones urbanas frente a la tendencia actual en la cual las leyes del mercado priman y donde la actividad consumista marca el ritmo urbanístico.
Las zonas que disfrutan de las cualidades de la centralidad pueden ser amenazadas por una ola homogenizadora del mercado convirtiendo las singularidad inicial en un convencionalismo. La centralidad también puede llevar a que la exploración de nuevos espacios desaparecidos debido a la fuerza que ocasionan estos hitos y espacios icónicos elegidos y conformados por los intereses del mercado. Esto da lugar a un empobrecimiento del espacio simbólico, del espacio social consumista e incluso de la propia calle.
En muchas ocasiones la centralidad es objeto de nuevos modelos plagiados de la ficción televisiva logrando una simplificación de la vitalidad y con ello de las relaciones sociales. Los centros comerciales o incluso los pasajes comerciales abiertos ofrecen casi idéntica y limitada oferta produciendo un vacío de contenido en sus proximidades.
Se trata no solo de potenciar el atractivo comercial sino también la cultura y la restauración de los espacios desalojados de la ciudad. Los centros son plagados día a día por la fuerza consumista y la promoción turística idealizada por las instituciones públicas y privadas. Estas zonas vienen comúnmente denominadas como fun-shopping y que son incentivadas por especuladores privados en su mayoría. Un ejemplo serán los pasajes comerciales que ofrecen una experiencia urbana, la comercializan y la producen artificialmente porque la ciudad ya no es capaz de producirla por sí sola.
Frente a una actitud en la que priman los beneficios económicos puede producirse el afloramiento de la nuevas centralidades con la aportación de ciertas características como pueden ser la particulariedad, la autenticidad o añadir ofertas que no tienen en sus inicios un interés comercial sino intelectual y cultural. Puede suceder que ciertos barrios logren una focalidad debido a su carácter liberal y exótico que atraiga a la gente por pura curiosidad seducidos por la publicidad que de él se hace.
Un aspecto importante a la hora de conocer un lugar será nuestra mirada hacia esa zona y su percepción y también diferenciar aquello que es creado, pura escenografía y auto impuesta en el espacio urbano para funcionar como polo de atracción, con aquella real y humana. La imagen artificial que se crea para fomentar y atraer al visitante logra cautivar y adueñarse del espacio urbano y representa la imagen simplificada de todo el conjunto.
Se debe permitir que la vivencia urbana sea una vivencia poética, de descubrimiento, aventura, que produzca el renovamiento de la escena urbana de manera imprevista y generalmente promovida por un colectivo concreto que es el primer motor de revitalización. Un impulso que va desde abajo a arriba y se matiza según la personalidad de cada individuo. En caso contrario serán los entes privados quienes elaboren una actividad cruel y sin compasión de la conquista económica y urbana del espacio. Las particularidades sociales que presentan ciertas zonas pueden verse traducidas en rentas de monopolio para el disfrute del capital, es decir, el mercado intenta detectar y hacer suyo las zonas con signos de vitalidad que puedan ser convenientemente mercantilizada.
