San Carlo alle Quattro Fontane (o San Carlo de las Cuatro Fuentes debido a que se encuentra en un cruce donde se ubican cuatro fuentes en los ángulos) o San Carlino (debido a su reducida escala) es un pequeña iglesia realizada por el maestro italiano Francesco Borromini entre 1638 y 1641 en la ciudad de Roma. Fue un encargo de la Orden de los Trinitarios en el que deseaban una nueva iglesia con dos premisas fundamentales para construirla y así entender el proyecto: el bajo presupuesto con el que contaban además del pequeño espacio que disponía el arquitecto para conformar la iglesia que debía hacer un uso eficiente del terreno disponible. La iglesia representa un ejemplo claro de las cualidades de Borromini y del Barroco en donde se muestra un resultado innovador y elegante. Junto con la iglesia se construiría también el convento logrando una variación geométrica en la composición con la elipse de la iglesia y el rectangulo del convento.
Probablemente la fachada de la iglesia muestre las características más representativas del Barroco italiano: contrastes, curvas cóncavas y convexas, una forma muy dinámica y en pleno movimiento con la técnica geométrica y matemática de Borromini que finalmente no podrá terminar la construcción sino su sobrino, Bernardo Borromini. La iglesia no establece la entrada principal en la esquina como podía ser lo más racional sino justo al lado del chaflán del solar. La fachada sinuosa es atravesada por columnas que establecen tres niveles verticales y dos horizontales, cóncava a los lados y convexa al centro en la parte inferior y en la superior vuelve a ser la parte central cóncava debido a un edículo convexo que es situado encima de un ventanal y es sostenido por dos ángeles. La balaustrada acompaña al entablamento que parece retorcerse como producto de las fuerzas interiores de la construcción.
La cúpula adopta una forma de óvalo que interiormente es configurada plásticamente con octógonos, rombos y motivos en cruz que reducen su escala según ascienden produciendo un efecto de verticalidad mayor de la conseguida en la realidad. La iglesia logra aunar las diferentes formas geométricas y a partir de ellas Borromini conforma el espacio que mediante la flexibilidad y el desarrollo del módulo base logra un conjunto que es resultado de la tensión existente de contracción y dilatación. A partir de estas fuerzas se transforma lo que originalmente era una planta cruciforme en una pseudoelipse cuadrilobulada.
En el interior de la iglesia no podemos encontrar ángulos o puntos de encuentro entre los diferentes elementos que la conforman, son una sinuosa continuidad de todos ellos, en un continuo absoluto como si la conformación de la planta generada a partir de los dos círculos y su tangentes se propagase y esa continuidad se hubiera reproducido al interior de la iglesia además del alzado y la propia cubierta. Esta continuidad espacial se muestra también en el pequeño claustro en el que las esquinas han sido evitadas y se achaflanan provocando que el espectador no encuentre el fin del movimiento y provocando este a su vez el espacio unitario en la obra de Borromini. Aunque establece una diferenciación entre los muros y la cúpula, esta también muestra una sinuosidad en sus formas que junto con la iluminación en la parte baja de la cúpula y la linterna confiere a esta una brillantez extraordinaria. Una obra que muestra plena coherencia tanto en planta, alzado y cubierta. San Carlo se convertiria en el primero y el último trabajo del maestro del Barroco italiano Borromini.
La enemistad con el otro gran genio del Barroco italiano, Bernini, se muestra en esta obra con mayor fuerza todavía debido a las diferencias estilísticas entre ambos. Bernini, representa el Barroco más oficial y triunfante, respeta las proporciones y las reglas de composición con la utilización preferentemente del mármol. Los interiores son pulidos donde la luz resbala y sus principales mecenas eran reyes y tres Papas.
Borromini es todo lo contrario a Bernini, probablemente fruto del fuerte carácter que poseía. Borromini no seguía las normas establecidas, era innovador, creativo pero siempre con la utilización del ladrillo, el estuco, el revoque en sus obras. A diferencia de Bernini sus clientes no eran tan poderosos económicamente y sus espacios debían ser reducidos pero siempre los complicaba con infinitos alabeos con el objetivo de llegar a un complejidad con un carácter dinámico. Borromini plantea una arquitectura Barroca original con la eliminación de las reglas arquitectónicas establecidas e inventa nuevos elementos y nuevas formas de configuración obteniendo plantas indefinibles.
Borromini escribiría una obra titulada "Opus Architectonicum" en el que refleja ciertas características de sus composiciones arquitectónicas y en el que el propio Borromini se comparaba a Miguel Ángel:
"Por cierto no desarrollaré esta profesión con el fin de ser un simple copista, si bien sé que al inventar cosas nuevas no se puede recibir el fruto del trabajo, siquiera tarde como no lo recibió el mismo Miguel Ángel cuando en la reforma de la gran Basílica de San Pedro usó nuevas formas y ornamentos que sus propios emuladores le criticaban, al punto de procurar muchas veces privarlo de su cargo de arquitecto de San Pedro: sin embargo, el transcurso del tiempo ha puesto de manifiesto que todas sus ideas han resultado dignas de imitación y admiración".
