En España existen en este período dos estilos: uno purista o postherreriano donde prima la sobriedad, la sencillez y la uniformidad, no se quieren grandes sobresaltos. Se prefiere la línea recta a la curva, un estilo más próximo al Escorial de Madrid que tiene lugar durante los dos primeros tercios del siglo XVIII. Un ejemplo de este tipo de corriente es la Colegiata de San Isidoro en Madrid.
Colegiata de San Isidoro, Madrid
Para finalizar el siglo, las geometrías se complican debido a las influencias del Barroco italiano (columnas salomónicas, plantas ovaladas,..) como podemos observar en la fachada de la catedral de Granada.
Catedral de Granada
En el siglo XVIII la penetración del estilo italiano y de sus máximos exponentes, Borromini y Bernini, es ya total y la complejidad de las formas, cúpulas, puertas, balcones donde se aglutinan las formas más controversias posibles se suma al efecto teatral conseguido con luz indirecta o la utilización del espacio de una forma sublime. A este período donde el Barroco logra su desarrollo más amplio es conocido como Churrigueresco en honor a la familia que más produjo este tipo de obras. Una referencia de este estilo en su máxima expresión es la fachada de la Catedral de Santiago de Compostela.
Catedral de Santiago de Compostela