La casa situada en un terreno en pendiente, la entrada se encuentra en el piso superior, a nivel de calle. En esta planta están los dormitorios y una escalera de caracol que conduce primero al ingreso y después a la planta inferior, con una entrada que enfoca el paisaje con una vista privilegiada. Esta planta se presenta desde el exterior como un edificio bajo que se extiende horizontalmente y que es compuesto de un conjunto de tres volúmenes separados espacialmente: dormitorios de los dueños, otro de los niños y un tercero más separado, el garaje y el departamento del chofer. Las cajas juegan con el visitante como los paneles del Pabellón de Barcelona, pero aquí con un espacio interior y más gruesos, donde las aberturas son como agujeros en las paredes.
El piso principal consta de una zona de estar que se
articula con un muro curvo de ónix, un espacio amplio compuesto de un estar,
comedor, estudio y vestíbulo que contrasta con la cocina, mucho más cerrada.
Pero a su vez podemos distinguir el estudio con un carácter semicerrado y el
comedor abierto después de llegar al estar todo ello iluminado por un paño
continuo de vidrio que se desliza hacia abajo de forma automática permitiendo
el contacto aún más cercano con el paisaje circundante.
En un costado se encuentra un muro de vidrio doble creando
así un invernadero y un espacio a medias entre lo construido y lo natural. La
articulación espacial es estudiada al mínimo detalle con la disposición de las
diferentes paredes a su vez que las columnas cromadas cruciformes crean un
ritmo regular en todo la planta pero en constante relación con las divisiones.