La centralidad ofrece una red de lugares urbanos más rica y variada como pueden ser las bibliotecas, shopping malls, complejos deportivos, multicines, museos,... en los cuales se produce un afloramiento de las vivencias urbanas. Existe un cambio de las ciudades del siglo XX al siglo XXI donde el concepto de centralidad es una noción relativa y flexible. No señala necesariamente una localización central en términos geográficos. La centralidad es más bien la capacidad de polarizar los espacios próximos, atraer flujos y llamar a las personas. Es donde existe un intensidad urbana y se produce como tal una percepción objetiva (física) y subjetiva (psicológica).
Podemos encontrar centralidades en espacios tradicionales o artificiales que son espacios de clonaje de los primeros (place-making). Lugares que copian y crean cualidades encontradas en el espacio urbano como son la capacidad de intercambio, comunicación y experiencia. La centralidad actualmente se encuentra en otros lugares diferentes al centro geográfico de las ciudades aunque también pueden disfrutar de este fenómeno pero no de una forma única como en las épocas pasadas. La situación urbanística presente ha producido que no podamos trazar de momento un teoría general de la centralidad.
Las fases de crecimiento y desarrollo de las ciudades la podemos comparar según el autor Cedric Price como un huevo y sus diversas formas de cocinarse. Podemos identificar al huevo cocido como la ciudad compacta tradicional. El huevo frito, como la ciudad post revolución industrial. El huevo escalfado aquella donde se permite una permeabilidad de los límites y la disolución del núcleo. Por último tendríamos los huevos revueltos donde el centro se encuentra en otro lugar.